Lamento de locura infame
la que despierto de sed y condena,
no es mi luz sino mi
cuerpo quién sufre eterna pena.
Callado aguarda la sombra
de tus lazos tan firmes y delicados
que no necesitan de mí más
que mi eterna belleza, esa
que ahora late y borbotea
desde el mismo sexo de vida y hambre.
Ahora que no muere no hay
diablo despierto, sus vestidos cambian
y tornan púrpura y verdes
ungüentos de pasados que no quieren ser descubiertos.
Más sentido siente sentir
mi dolor que amargo muere en la dulzura de mi propia vida,
esa que no aparenta sin
traslucir más de lo que ni siquiera presienta la luz de tu tormenta.
No es odio ni culpa ni vítores
de villana muerta,
no entiendo sino escupo la luz vestida
y desnuda de ti,
de mí
porque sé que en vida
eterna ahora mi alma entera vibra y amplia
su
infinito robado para
conocer la mayor de las bellezas, es tuya, es mía, es nuestra.
*
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